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12 nov 2018

Nivel 10 (Fani Álvarez)...


Imagina una sociedad futura donde las cárceles ya no son necesarias porque se puede controlar la delincuencia directamente desde el propio cerebro del criminal. Pues ese momento ha llegado porque el Departamento de Justicia ha conseguido que la cárcel esté en tu cabeza.

En Beltaríh, capital de Saphen, las cárceles hace tiempo que han sido sustituidas por un dispositivo neuronal llamado C-BeCon, un cultivo sintético que aplica descargas de dolor para prevenir las conductas criminales. A los portadores del temido C-BeCon se les marca con un lunar en el párpado inferior izquierdo, el cual, además de usarse como célula de registro criminal, sirve para estigmatizar y discriminar a los cebeconeados.

A Úrsula Erikson, una estrella de teatro, este correctivo criminal le parecería bien de no ser porque se consideran conductas criminales casi todas las que se salgan de la norma establecida, como la homosexualidad o los trastornos psicológicos. Vive en una mentira constante porque no puede manifestar lo que realmente piensa y siente en su interior… y cuando al fin lo haga comprobará en sus propias carnes lo que es ser diferente a los demás.

* * * * *

En esta distopía podemos explorar cómo sería una sociedad en la que los avances tecnológicos pueden ser fuente de represión cuando están en manos de las personas equivocadas… Pero, ¿y si esta sociedad  ya está instaurada desde hace milenios y todos llevamos un C-BeCon integrado al que llamamos religión, valores, principios, ideales o comportamiento ético?

Selección de textos:

1. Soledad.
—Conforme me iba haciendo mayor me daba cuenta de que es difícil tener verdaderos amigos cuando tienes tanto que ocultar —dijo al fin Úrsula tras perder la lucha interior consigo misma—. El C-BeCon es una mierda, sí, pero tan solo me ha demostrado que siempre he estado en lo cierto. Ahora solo me queda sobrevivir por mí misma.
[…]
—¿Y tú? —dijo de pronto Úrsula—, ¿es la primera vez que te sientes atraída por una mujer?
Dafne asintió, desconcertada por la pregunta, y comenzó a explicar su historia:
—Ni siquiera lo había considerado una posibilidad, para ser sincera. Han sido unos meses muy desconcertantes.
—Te entiendo. Nunca es fácil darse cuenta de que eres diferente.

2. Miedo y condena.
Tenemos miedo a lo que desconocemos —comentó Dafne— y si nos dicen que la solución es condenarlo, eso es lo que hacemos. Es más sencillo que dejarse convencer.
—¿Tú te has dejado convencer?
Tras una pausa en la que intercambiaron una intensa mirada, Dafne respondió:
—De la manera más inesperada.
Aquella melancolía al mirarse ya era común entre ellas, pero habían aprendido a vivir con ese sentimiento, a acostumbrarse a su dinámica de contemplar el abismo que las separaba, tentadas a dar un paso hacia delante, pero presintiendo la fatalidad de la caída.

3. Valores morales.
Estoy harto de ver cómo la mierda de valores morales de esta sociedad nos estrangula y nos ahoga. ¡Quiero hacer algo, joder!
La actriz no le quitaba los ojos de encima a Robert. Estaba enfadado y alterado, una imagen muy distinta a la que había conocido de él, pues siempre solía mantenerse más al margen cuando se reunían con Alioth. Comprendía a la perfección ese sentimiento de rebeldía, impotencia y desprecio por el sistema establecido y compartía sus ganas de enfrentarse a él.